Piel contra piel, brazos entrelazados, nuestro sudor se confundía. No hace calor, apenas está amaneciendo, pero sudamos por la emoción, nuestros corazones se aceleran cuando nos miramos, ha llegado el momento. Ni en tu casa ni en la mía, es la casa de ellos que están apunto de ser desahuciados. La policía ha llegado. Esta vez somos muchas, muchos brazos, muchos corazones que frenan el desahucio, pero no todos los días es así, hace un mes no habría sido así. Somos brazos importados, no están los brazos de sus vecinos, los de ellos, los de la puerta de al lado. Apenas los conocen y se han ido a trabajar porque ni siquiera se lo han contado.
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