Las Carolinas

En el distrito madrileño de Usera, la promoción de Las Carolinas ha levantado el primer edificio de vivienda colaborativa en derecho de uso de la ciudad de Madrid.

A pocos metros del río Manzanares, en el barrio de las Carolinas, en Orcasur (Usera), el primer edificio de vivienda colaborativa en derecho de uso de la ciudad de Madrid ya es una realidad. Este proyecto se ha construido sobre los pilares de la sostenibilidad ambiental y de la vida: un edificio con producción de energía propia y muy baja demanda energética, así como una comunidad basada en el apoyo mutuo.

La promoción de Las Carolinas está constituida por 17 viviendas, que serán habitadas por 32 personas adultas y 20 niñas y niños (por ahora).

Este proyecto culmina el camino emprendido hace más de 15 años por quienes empezaron a soñar con otra manera de vivir y al que nos hemos ido sumando otras tantas. Fueron necesarios dos intentos de proyecto y muchas horas de asambleas para llegar a  la compra, a finales de 2016, de un solar cerca del metro Almendrales, en Usera.

Desde ese momento hemos transitado muchas formas de participación para la gestión del proceso en colaboración con Lógica’Eco, y para el diseño arquitectónico del edificio de la mano de la ‘arquitectura abierta’ del estudio sAtt y TécnicaEco, con unos 12 talleres monográficos (envolvente, espacios comunes, climatización y energías renovables, acabados…), multitud de reuniones, votaciones telemáticas, debates en redes sociales, cartas a los “Reyes magos”, etc. En este proceso hemos tenido presente en todo momento que la parte arquitectónica más importante del proyecto es la de construir comunidad. Y a partir de esos sólidos cimientos podemos ir construyendo lo que nos propongamos con la certeza de que es la arquitectura quien está al servicio de las personas y no al revés, como suele ser habitual.

«La parte arquitectónica más importante del proyecto es la de construir comunidad»

Respecto al crédito, Fiare y Triodos financian conjuntamente este proyecto, además de las donaciones de quienes han apostado por dotar al edificio de mayores estándares ecológicos.

Para la fase de construcción, lanzamos unos criterios de licitación que incluían la valoración de aspectos sociales y medioambientales, además de los económicos.

La construcción se inició en septiembre de 2018 y se prevé empezar a vivir allí a lo largo del año 2020.

El edificio

El solar se encuentra ubicado en la Calle González Feito 19, en el distrito de Usera, barrio de Orcasur, y en la zona llamada popularmente Las Carolinas.

Es un solar alargado de 46×17 metros orientado hacia el sur. En él se han proyectado 17 viviendas de entre 61 y 83 m2 a las que se accede por una corrala exterior, un espacio de circulación pero también un espacio de encuentro. En la orientación sur a la que da la corrala se encontrará la zona más pública de las viviendas, es decir, la cocina y el salón. En la parte norte, donde está el patio, será donde se encuentren los dormitorios en la mayoría de las viviendas.

Una de las características más relevantes del edificio es el diseño de los espacios comunes, entre los que destacan los locales de la planta baja y del ático, cuyos usos principales serán de salón de reuniones (con cocina), de gestión del grupo de consumo, actividades internas y abiertas al barrio, etc. Además, en la planta sótano tendremos un local en el que pretendemos hacer un pequeño taller para dar rienda suelta a nuestra imaginación y un cuarto común de lavadoras. También contaremos con el patio interior, con un pequeño espacio de vegetación en el ático, una lavandería común y el parking para 67 bicicletas. Por otra parte hemos certificado el proyecto con el ECOMETRO, una certificación que valora el impacto del edificio en todo el ciclo de vida y calcula la huella de carbono del edificio. Esta certificación nos sirve de guía para hacer de la nuestra una construcción innovadora. Hemos tratado además de incluir ideas del riguroso estándar alemán Passivhaus.

En la línea de buscar una arquitectura comprometida con la mitigación del cambio climático y con la salud de las personas que habitamos el edificio, hemos apostado por la alta eficiencia energética y por el confort sobre todo para el verano, en una ciudad cada vez más calurosa como es Madrid. Se pretende reducir al máximo la demanda de energía gracias a un sistema que busca minimizar el consumo (con aislantes de calidad), a la vez que se genera energía procedente de fuentes renovables, como las placas solares para generar energía fotovoltaica que habrá en la azotea.

«Arquitectura comprometida con la mitigación del cambio climático y la salud de las personas»

Respecto a la salud de las personas, se pone especial énfasis en evitar los materiales que emitan compuestos orgánicos volátiles, como las pinturas del interior de las viviendas. Con el objetivo de tener un aire limpio, contaremos con un sistema de ventilación mecánica controlada de doble flujo, que evitará que entren sustancias contaminantes del exterior gracias a un filtro. Entre otros puntos fuertes de la construcción, destaca la estructura de madera, el sistema que recoge la lluvia y que recicla el agua —estimamos que se ahorrará unos 750.000 litros cada año— o el compromiso de crear un edificio ‘Cero CO2’, ya que se prevé compensar las toneladas de CO2 que se generen en su construcción.

El barrio

La relación de esta promoción con el barrio vino dada por el azar y por el mercado: un solar con un tamaño y un precio asumibles fue el motivo del inicio del vínculo de Entrepatios con Las Carolinas.

Se encuentra en Usera, uno de los distritos históricos de la periferia sur de Madrid. Como otros distritos periféricos, Usera creció entre las décadas de 1950 y 1970 gracias al asentamiento de población inmigrante procedente de la España rural, primero mediante la autoconstrucción informal de viviendas y posteriormente con el levantamiento de colonias de vivienda pública (Moscardó, Orcasitas, Zofío…) para esa clase obrera que comenzaba a constituir un problema para el orden público y social. El movimiento vecinal alcanzó en Usera una fuerza social sin la cual no pueden entenderse las posteriores mejoras en dotaciones públicas que vivió el distrito (vivienda, colegios, centros de salud, transporte…), y de manera muy especial en Orcasitas, donde los propios vecinos consiguieron participar en el diseño y reconstrucción del barrio mano a mano con los arquitectos.

En una esquina del distrito se enclava el pequeño barrio de Las Carolinas. Su morfología —intrincadas callejuelas encajonadas entre autopistas y vías de tren— y su paisaje —buena parte del barrio está aún formado por pequeñas y precarias viviendas, así como solares y viejos talleres abandonados— nos hablan de su proceso histórico como espacio periférico dentro de la misma periferia. A Las Carolinas fueron a parar familias empobrecidas que ocupaban las últimas posiciones del mercado laboral formal, o que ni siquiera tenían hueco en él. Una vez realojada buena parte de esta población a finales de la década de 1990 y comienzos de los 2000, nuevas familias expulsadas de otros lugares accedieron a las viviendas precarias que aún quedaban sin derribar. Debido a la persistencia de población empobrecida y racializada (gitanos), el barrio fue objeto de representaciones negativas que lo estigmatizaron durante décadas.

En la década de los 2000, en plena burbuja inmobiliaria y al calor de la mejora local de infraestructuras (ampliación de la linea 3 de metro, nueva Avenida de Córdoba, conexión entre Madrid Río y Parque Lineal del Manzanares, Caja Mágica y otras instalaciones deportivas proyectadas que se derivan de las aspiraciones olímpicas de la ciudad), se construye un buen número de promociones de vivienda privada sobre los terrenos que dejaron las viejas industrias y las viviendas precarias que ya habían sido derribadas. El desplazamiento de muchos de sus habitantes fuera del barrio precedió a la aparición de nuevos vecinos con mejor posición económica, quienes a su vez atrajeron recursos privados como el Mercadona. Tras un parón en su crecimiento derivado de la crisis socio-económica iniciada en 2008, vuelve a activarse el proceso de transformación y gentrificación del barrio.

El resultado es un barrio en transición y marcado actualmente por la desigualdad socioeconómica y la desconfianza entre los viejos y los nuevos vecinos. La escasez de espacios públicos de calidad (aunque cerca están el Parque Lineal y el de Pradolongo) y de tejido comunitario que mitigue la distancia social y ayude a construir lazos entre sus habitantes (hay que irse a los vecinos barrios de Almendrales o San Fermín para encontrar asociaciones de vecinos), hace que Las carolinas sea hoy por hoy un barrio  fragmentado.

En este contexto complejo, Entrepatios aspira a ser parte, más que de las dinámicas de marginación/desplazamiento y privatización/securitización que han condicionado la historia reciente del barrio, de la creación de espacios y situaciones comunes e inclusivas que construyan un tejido comunitario más justo y más vivo.